3/10/10

EL IDIOMA

La principal cuestión que me planteé antes de empezar a escribir fue el idioma. Soy valenciano; vivo al sur de la provincia de Valencia en un pueblo donde se habla valenciano. Ello hace que hable continuamente en valenciano, pues en todos los círculos por los que me muevo (el familiar, amigos, trabajo…) se habla en valenciano. Esto provoca que también piense en valenciano, y que cuando hable el castellano, lo tenga que traducir en mi mente del valenciano.
Sin embargo, prácticamente todos mis estudios los he hecho en castellano, y la lengua castellana, su gramática, su léxico, etc. los he estudiado más que los de la lengua valenciana. También he leído muchos más libros en castellano que en valenciano, muchos más. Pero me gusta leer en valenciano.
Además, la trama de la novela ocurre en un pueblo de esta zona, con la mayoría de los personajes que son de aquí, y que por lo tanto hablan en valenciano entre ellos.
Por todo esto, no es de extrañar que me planteara seriamente en qué idioma escribir la novela. Por un lado, el idioma adecuado sería el valenciano por transcurrir aquí la historia, pero en su contra tengo el limitado conocimiento de su gramática, mucho más compleja que la castellana, y por consiguiente, mucho más complicado para mí de escribir; y por el otro el castellano, del cual conozco mejor su gramática, pero que su utilización provocaría una pérdida de frescura y de matices que sí se conseguirían con el valenciano.
Y tras mucho meditar, al final me decidí por el castellano, más que nada por comodidad, y también pensando que, si algún día la llegara a publicar, potencialmente tendría muchos más lectores que si la escribiera en valenciano. Sin ninguna duda los sueños influyeron mucho más que la realidad en la toma de la decisión.